miércoles, abril 24, 2024

Director Pablo Gerosa

Ricardo Sobrado, un formador nato

Actualmente es entrenador de categorías inferiores en Patoruzú Rugby Club de Chubut. Pasó por San Lorenzo con un proyecto muy importante y sumó grandes experiencias en Almafuerte, Daom, Italiano. Un repaso de lo vivido en el hockey, su pasión por la formación de jugadores y los objetivos pendientes.  “Cuando las jugadoras te recuerdan y agradecen el trabajo, desde lo técnico y lo emocional, es lo mejor”, afirma.

– ¿Cómo se dio tu llegada a Chubut?

-En 2014 vine a Chubut, me reuní con dos clubes y me quedé trabajando en Patoruzú. El club es hermoso y la gente del club también, me hicieron sentir cómodo siempre. También trabajé en otro club de Gaiman, en simultáneo.

– ¿Cómo fue la adaptación al hockey de la provincia?

-Yo estaba acostumbrado al fixture del metropolitano con muchos clubes y partidos, y acá somos pocos, tenemos ocho clubes. Me costó al principio, pero me sorprendió la cantidad de jugadoras en actividad y la calidad, técnicamente son muy buenas que no tienen nada que envidiar. Hay mucho material acá y mucho para pulir.

-También tenés tu proyecto de entrenamiento personalizado…

-Sí, acá doy clases particulares de hockey. Es algo importante, porque hacer algo extra con un jugador les da mejor formación. En los clubes no hay tiempo para trabajar con cada uno de forma individual en los entrenamientos. En las prácticas individuales se trabaja mucho con las técnicas, y se forma a las jugadoras para que puedan llegar a Buenos Aires que es su objetivo.

– ¿Te definís como formador de hockey?

-Sí, me defino como formador, me gusta trabajar en menores porque disfruto estar formando jugadores, dándole técnicas, amo enseñar. Me gusta poder trasmitir lo que uno sabe y la pasión por el deporte. En la primera dirigís, no es lo mismo. Además, séptima, octava y novena son categorías clave. Es muy fuerte el aprendizaje motriz, de coordinación, de fuerza en esas edades. Si lográs enseñar algo muy bien ahí, no se lo olvidan jamás.

– ¿Qué rol juega la parte emocional en el proceso?

-La parte emocional, más allá de lo técnico, es importante. Porque hay que enseñar que no deben compararse, motivarlos y decirles “que pueden con lo que tienen”, potenciando siempre lo bueno. No hay nada que no se pueda cumplir, no hay límites.

– ¿Trabajaste en el seleccionado de Chubut?

-Dos años estuve con el seleccionado mayor de Chubut. Nos fue muy bien, estuvimos en Salta y Mendoza, donde conseguimos el cuarto puesto, que fue un logro. Hay que resaltar que la competencia de varones acá es menor que las mujeres y además no hay inferiores.

– ¿Cómo fue el trabajo que realizaste en San Lorenzo?

-En San Lorenzo empezamos el proyecto con nada en 1993. En pocos meses estábamos con 15 nenas, se iban sumando, en un año llegamos a ochenta jugadoras. Entrenábamos, nos inscribimos en una asociación paralela y luego, al año siguiente, se pudo pagar la inscripción a la Asociación entrando ahí. Hoy es un orgullo ver a San Lorenzo con todas las tiras, habiendo llegado tan lejos. Fue de mis mejores experiencias.

– ¿A qué referentes destacás como principales en tu formación?

-Tuve varios formadores en mi carrera, Cacho, Gabi Minadeo, mi primo que me motivó a meterme acá, Carlos Trujillo. Fui condimentándome de todos, me quedo siempre con las palabras de todos. Y eso te lleva a seguir aprendiendo hasta el día de hoy, siempre se aprende. Si escuchás al otro, abrís puertas.

-Objetivos por cumplir…

-Muchos. Seguir con los seleccionados si hubiera oportunidad y también me encantaría trabajar afuera.

“No sé si soy el mejor formador del hockey nacional, lo que sí sé es que me gusta hacerlo con pasión. Todos reconocen cuando vos te involucrás en serio, cuando te das las cien por ciento. Y cuando las mismas jugadoras te recuerdan y agradecen el trabajo, desde lo técnico y lo emocional también, es lo mejor”, cerró.